No soy hincha de Colo Colo (soy de la "U"), pero me alegro por su tricampeonato.
Las razones son varias: en primer lugar porque me cae muy bien Claudio Borghi, tiene un gran sentido del humor y de la ironía, sus declaraciones son respetuosas, mesuradas, y con los pies bien en la tierra, ya que no es asiduo a vanagloriar o magnificar las dotes de sus jugadores (como suelen caer en ello fácilmente varios comentaristas deportivos). Haber jugado en los clubes y selección top del mundo le da una visión y parámetros para ver la realidad de nuestro fútbol con gran objetividad. Bien por él.
El otro motivo de satisfacción es constatar cómo en un par de años de ser una institución en bancarrota se ha convertido en un club exitoso, tanto en lo deportivo como en lo financiero. La pregunta obvia es: ¿Qué hizo la diferencia?
La respuesta es muy sencilla. Ahora el club tiene dueños conocidos que aportaron el capital para su funcionamiento, y es su interés que éste logre rentabilidades, las que sólo son alcanzables si se logra triunfos deportivos.
Antiguamente, y actualmente en otros clubes, la gestión económica era secundaria para los dirigentes (excepto los mecenas), y ante las crisis la más natural de las actitudes era la renuncia, el club quedaba con las deudas y el ex dirigente libre de polvo y paja.
¿Acaso los colocolinos han dejado de ser fanáticos de su equipo por el cambio de status propietario o dejan de gritar los goles, o admirar a sus ídolos o ir al estadio? Por supuesto que no, a pesar de todos los gritos y reclamos que en su momento se vertieron porque el "indio" era del pueblo y no se debía vender.
¿Sabe por qué los elefantes, que no se comen, están en extinción, y los vacunos o los pollos que sí se comen, aumenta su masa constantemente? Muy fácil, porque los primeros tienen dueños y los segundos no. Por lo mismo, el precio del salmón baja constantemente, y el de la corvina sube, a pesar que al salmón hay que criarlo y alimentarlo, y la corvina se captura gratis y gordita. Por eso es tan cierto el refrán que dice "en el árbol de la calle nunca maduran los frutos".
El secreto está muy probado, lo que tiene dueño conocido crece y prospera, lo que no tiene dueño o es de "todos" que es casi lo mismo, languidece o es mal administrado, por esto:
¡Vivan las privatizaciones!