Thursday, December 08, 2005

A Dios rogando...

Y con el mazo dando. Así reza el adagio popular, que es muy adecuado al tema de esta columna.

En el último encuentro Enade, máxima instancia de análisis económico de la marcha del país, se coincidió en que las Pymes no pueden seguir en el estado de precariedad en que se desenvuelven, por cuanto generan más del 80 por ciento del empleo en Chile. Lo mismo expresaron los candidatos presidenciales en el último foro de Anatel.

La realidad no se condice con le preocupación expresada. Aquí van algunos ejemplos.

Un microempresario tiene un pequeño galpón en calle Azolas, en el que acopia cartones y papeles que le entregan los recolectores, el cual es enviado a Santiago para su reciclaje. El fisco le cobra arancel aduanero, pues ese cartón podría ser proveniente de Zofri, por lo que no han pagado arancel. Si el Estado muestra tanta codicia, que es capaz de sacar impuestos a los recolectores de papel, dónde está su función de protección a los más débiles.

Si Ud. se atrasa en el pago de un impuesto, la tasa de interés que le cobra el Estado es de un 18 % anual, más multas, lo que cabría en el calificativo de usura. Un respetable Pyme se atrasó en pagar el IVA por $ 2.050.184,. En vez de pagar el día 12, lo hizo el 29 del mismo mes; los intereses y multas sumaron $ 235.77 por 17 días de atraso, lo que equivale a un interés de 20,28 % mensual.

Es casi normal que un Pyme se atrase en el pago de los sueldos; en ese caso, lo multa la Inspección del Trabajo, sanción que paradójicamente no va en beneficio de los trabajadores afectados, sino... del fisco de Chile. Punto aparte es el peregrinaje de muchos Pymes, a los que el SII les timbra sólo unas pocas facturas, que a veces les impide cobrar los trabajos por no poder emitir estos documentos.

Otro tema es el de la banca. Los cobros por sobregiros no autorizados, multas por un cheque protestado, mantención de cuenta corriente por no tener un saldo promedio mínimo, etc., son la guinda de la torta que explica la grave crisis por la que atraviesa ese importante actor de nuestra economía.

Las propuestas de los candidatos no son tan potentes como para esperar un cambio sustantivo. Llegó el momento de legislar en forma diferenciada para las empresas de acuerdo a su tamaño. Espero ser escuchado.

APEC versus Mar del Plata

Finalmente se firmó el TLC con China, que deberá ser aprobado ahora por el Congreso, trámite que se vislumbra sólo como protocolar, pero que dará espacios para encendidos discursos anti-globalización, y de defensa de los intereses chilenos, que debiera estar centrada en favorecer productos que generen más mano de obra, a fin de que sus beneficios se trasladen a la mayor parte de la población, y que los costos sean mínimos para el sector que no se beneficia.

A la lista de espera están Japón, India, Malasia y otros países del sudeste de Asia, con lo cual llegaremos a un 90 % de nuestro comercio exterior desgravado, independientemente que en las reuniones de esta APEC se acuerde iniciar conversaciones con otros países.

En contraste, hace pocos días finalizó en Mar del Plata la Cumbre de las Américas, en que los hechos más destacados fueron la presencia de Maradona (... y de Tomás Hirsch) y el debate García-Marquiano entre Fox y Chávez, pues los resultados de la reunión fueron calificados unánimemente como desastrosos, ante el nulo avance en el propósito de concretar el ALCA, que es crear un solo gran mercado desde Alaska a Tierra del Fuego. A varios países latinoamericanos no les seduce la idea de liberalizar su comercio. Las frecuentes riñas entre Argentina y Brasil así lo confirman.

He aquí el dilema: o nos estancamos tratando de negociar con nuestros hermanos latinoamericanos, o vamos a negociar a las ligas mayores con grandes países, cuyos mercados nos pueden comprar todo lo que produzcamos. El comercio exterior de Latinoamérica no llega al 5 % del total mundial.

La respuesta es obvia, pues Chile ya tomó la decisión de negociar con el mundo, lo que es compartido por todos, o casi todos los sectores políticos, por lo cual ya es una política de Estado casi irreversible.

Bien por Chile, pero, ¿qué pasa con Arica? Nuestros productos que se exportan son harina de pescado y otros marginales. ¿Cómo podemos beneficiarnos de esos acuerdos? No tengo la respuesta, lo que no es bueno, pero lo que es peor, es que no nos hacemos la pregunta. Tenemos dos opciones: buscar un nicho en el cual avanzar, o rumiar nuestra desgracia esperando un Mesías, viendo el progreso del resto de Chile por los noticiarios de televisión.

El desafío es nuestro.