La economía chilena cierra el año con varios récords: las exportaciones bordearán los 60 mil millones de dólares, el PIB andará por los 120 mil, Jumbo, Falabella y LAN crecen aceleradamente en Sudamérica. Por la otra cara, el crecimiento del país sigue disminuyendo y la tasa de cesantía rebeldemente se niega a bajar del 8 %, lo cual debiera ser motivo de preocupación, pues los factores negativos pueden nublar el futuro. La persistente cesantía junto a la difícil situación de la Pymes son una bomba de tiempo social, que se debe tener el talento y la visión de desactivar antes de que sea demasiado tarde.
El mayor crecimiento de las empresas chilenas se está produciendo en otros países, lo que si bien es cierto favorece a los accionistas chilenos de estas empresas, el efecto multiplicador de esta actividad beneficia a otros países y sus habitantes, por lo que nuestra auto complacencia sólo se justificará si todos los chilenos percibimos que somos pasajeros del carro del progreso.
Parece una ironía o una pesadilla informarse desde Arica de tan alentadores resultados del balance económico chileno, y seguir observando el crecimiento del resto del país, como un gato mirando la carnicería.
Se nos vaticinó que la cesantía bajaría a un dígito, lo que no se cumplió, y no se vislumbra por dónde podría disminuir. El o los tranques tan anunciados se esfumaron, y la solución a ese dilatado problema entró al limbo.
La nueva oferta es "Arica-Región", con lo que posiblemente nos seguiremos entreteniendo en 2007, cimentando ilusiones que se verían concretadas producto de esta supuesta mayor autonomía, que seguirá dependiendo del poder central, pues el intendente será nombrado desde ese poder. Dudo mucho que la nueva división administrativa agregue ternura al ministro de Hacienda.
En todo caso, el comidilla que se generará apostando a los nombres que disputarán las seremis, jefaturas y contratos a "honorarios", nos consumirá un buen tiempo y los cafés de "21" serán un hervidero de rumores, apuestas y desafíos a quién está mejor informado.
Lamentablemente, ninguna de estas acciones logrará mejorar nuestro desempeño económico, ni alterará el interés por invertir en Arica, por lo que sería más productivo descubrir cómo quebrar el círculo vicioso de baja inversión-poco empleo-bajos sueldos-pobreza.
Sunday, December 31, 2006
Sunday, December 17, 2006
Pinochet y la economía de Arica
Mucho ser ha escrito esta semana acerca del efecto que tuvo el modelo económico implementado durante el gobierno militar. Leyendo las opiniones de economistas del mundo, la opinión es unánime: fueron medidas inéditas y pioneras a nivel mundial, que fueron imitadas en muchos países. Quizás la más emblemática fue la creación de las AFP.
Bajo el prisma ariqueño, esta opinión puede diferir; de hecho, Arica no ha vuelto a ver el esplendor de los '50 y '60. Vale la pena reflexionar acerca de las razones.
Se dice que Pinochet cerró las industrias de Arica; falso de falsedad absoluta. Jamás vi un decreto u orden en este sentido. Lo que sucedió es que la industria ariqueña estaba concebida para sustituir importaciones. Su producción se vendía en su totalidad en el mercado nacional, sin posibilidades de exportar por sus deficiencias en precio y calidad. Al disminuir los aranceles, le fue imposible competir con los productos importados. Quizás el error fue no coordinar el fin de las leyes 13.039 y 14.824 con el comienzo del esquema de zona franca industrial. Cuando se dictó el DL 1.611/76, que extendió la zona franca de extensión al resto de la región (no sólo la ciudad de Iquique) y se permitió la actividad industrial en Arica bajo ese régimen, ya las industrias se habían desmantelado y no mostraron interés en reinstalarse; más aún, estaban restringidas a los rubros químicos, metalmecánicos y electrónicos, lo cual enseña que las medidas fuera del momento adecuado, son inservibles.
Para sorpresa de muchos, el primer proyecto de zona franca era establecerla al norte del hipódromo de Arica, lo cual fue analizado por las autoridades aduaneras de la época. Pero, a los dirigentes de la época no les interesó, pues preferían un puerto libre, ante lo cual el general la implementó en Iquique, lo que resultó mejor para Arica y para Iquique, pues de esa manera los pequeños comerciantes de Arica pudieron intermediar entre los compradores peruanos -que no podían viajar a Iquique, pues requerían pasaporte y visa- y los importadores de Zofri. Si la zona franca se hubiese instalado en Arica, peruanos y bolivianos habrían comprado directamente en ella, y el efecto multiplicador en la economía local habría sido mínimo. El drama de Arica es que no supo mantener la función intermediadora, por razones ya muy debatidas.
Cuando Büchi quiso preocuparse de la situación de Arica, las discusiones ocuparon el poco tiempo restante y nada se concretó
Bajo el prisma ariqueño, esta opinión puede diferir; de hecho, Arica no ha vuelto a ver el esplendor de los '50 y '60. Vale la pena reflexionar acerca de las razones.
Se dice que Pinochet cerró las industrias de Arica; falso de falsedad absoluta. Jamás vi un decreto u orden en este sentido. Lo que sucedió es que la industria ariqueña estaba concebida para sustituir importaciones. Su producción se vendía en su totalidad en el mercado nacional, sin posibilidades de exportar por sus deficiencias en precio y calidad. Al disminuir los aranceles, le fue imposible competir con los productos importados. Quizás el error fue no coordinar el fin de las leyes 13.039 y 14.824 con el comienzo del esquema de zona franca industrial. Cuando se dictó el DL 1.611/76, que extendió la zona franca de extensión al resto de la región (no sólo la ciudad de Iquique) y se permitió la actividad industrial en Arica bajo ese régimen, ya las industrias se habían desmantelado y no mostraron interés en reinstalarse; más aún, estaban restringidas a los rubros químicos, metalmecánicos y electrónicos, lo cual enseña que las medidas fuera del momento adecuado, son inservibles.
Para sorpresa de muchos, el primer proyecto de zona franca era establecerla al norte del hipódromo de Arica, lo cual fue analizado por las autoridades aduaneras de la época. Pero, a los dirigentes de la época no les interesó, pues preferían un puerto libre, ante lo cual el general la implementó en Iquique, lo que resultó mejor para Arica y para Iquique, pues de esa manera los pequeños comerciantes de Arica pudieron intermediar entre los compradores peruanos -que no podían viajar a Iquique, pues requerían pasaporte y visa- y los importadores de Zofri. Si la zona franca se hubiese instalado en Arica, peruanos y bolivianos habrían comprado directamente en ella, y el efecto multiplicador en la economía local habría sido mínimo. El drama de Arica es que no supo mantener la función intermediadora, por razones ya muy debatidas.
Cuando Büchi quiso preocuparse de la situación de Arica, las discusiones ocuparon el poco tiempo restante y nada se concretó
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