Las encuestas tienen una curiosa virtud, sus resultados pueden ser interpretados de diversas formas, lo cual permite que todos se sientan favorecidos por ellas.
La reciente encuesta CEP, la más prestigiada por su imparcialidad, revela algunos resultados que sorprenden, y otros que preocupan. Entre estos últimos está la creciente desafección y desconfianza a los conglomerados políticos, lo que podría reproducir en Chile, al igual que en otros países latinoamericanos, la aparición de caudillos o "Llaneros solitarios" que basados en un populismo extremo, prometen satisfacer los anhelos postergados de las masas frustradas, para finalizar regularmente en crisis económicas y políticas que terminan agravando la situación previa que ofrecían mejorar.
Otra situación digna de analizar es el descontento general con la situación económica, que mostrando cifras históricamente insuperables, como el monto de exportaciones o el ahorro fiscal, quizás el mayor en la historia de Chile, sólo uno de cada cuatro chilenos cree que su situación mejorará en el futuro, y uno de cada tres considera la situación económica como mala.
Un primer análisis nos lleva a concluir que la bonanza enonómica no está llegando a la mayoría de los chilenos, los que nos sentimos inseguros y con temores por el futuro.
La competencia obliga a los actores económicos a extremar su eficiencia. Para lograrla, se requiere trabajar más y bajar costos, minimizar errores y vigilar constantemente el mercado, todo lo cual, junto a los compromisos y obligaciones, tensiona a las personas y se manifiesta a través de su disconformidad con los dirigentes políticos.
No se puede sentir que existe preocupación por los problemas del ciudadano común cuando se compra bencina a tan elevados precios, sabiendo que de lo que se paga aproximadamente la mitad son impuestos, cuando en el hospital las esperas y las carencias son igual de grandes, cuando el IVA o el impuesto a los créditos nos disminuyen el dinero disponible para nuestras necesidades. Todo esto al mismo tiempo que el fisco nos informa que sus depósitos en EE.UU. rompen récords, al igual que el cobre, celulosa y otras exportaciones.
Por esto, y otras razones, nos sentimos como gatos mirando a la carnicería, con la diferencia que en teoría todos somos dueños de la carnicería.
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