El tema de la educación nuevamente esta semana saltó al tapete al conocerse los resultados de la PSU, de lo cual me voy a permitir opinar sólo aplicando mi sentido común (el menos común de los sentidos).
No produjo mayor sorpresa que los colegios particulares pagados y subvencionados mejoraran sus promedios, y los municipalizados los disminuyeran. El factor socioeconómico de los alumnos juega un importante rol, pero no es menos cierto que más importante es el hecho que los primeros tienen incentivos para mejorar, mientras que los segundos pueden empeorar y no pasa nada. Tanto es así, que en los mejores cien colegios del país, sólo figuran dos municipales (Instituto Nacional y Carmela Carvajal), lo que es una prueba irrefutable que sin incentivos no hay mejoría en ningún campo. La educación no es una excepción.
Uno de los argumentos que se dieron para cambiar la PAA por la PSU, fue que esta prueba corregiría las distorsiones producidas por factores socio-económicos, lo que evidentemente no se produjo. Por supuesto, los responsables guardan discreto silencio.
Una consecuencia poco debatida que deberemos afrontar a futuro es que la desigual calidad de la educación marginará a sus víctimas del desarrollo económico, cultural y social del país, lo cual creará inestabilidad social y política, con consecuencias fáciles de imaginar si recordamos los recientes disturbios de París, mostrados en los noticieros de televisión.
No existe factor que ayude más a la movilidad social que la educación. Si ésta no cumple ese principal rol, estamos perpetuando el círculo vicioso de la pobreza, y los alumnos pobres no tendrán otro anhelo que ser un poco menos pobres que sus padres.
La sociedad de la igualdad de oportunidades parte con el derecho a la vida del ser concebido, continúa con una alimentación adecuada de la madre, y posteriormente del lactante, lo cual requiere fundamentalmente recursos. Pero, lo que continúa es una educación adecuada, y para eso no bastan los recursos, sino que es necesario un gran compromiso social, un gran esfuerzo de todos los sectores, un abandono de las ideologías contumaces, y tener como único norte un gran amor a Chile y a nuestros descendientes.
¿Tendrá la multicomisión formada tras las protestas de los pingüinos la capacidad para esta tarea? Espero equivocarme, pero no lo creo.
Thursday, January 18, 2007
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