Monday, September 05, 2005

¿Contribuciones o impuesto patrimonial?

En los últimos días ha sido noticia, no sólo en Arica, un problema que por callado se olvidaba, pero que está latente en más de 3.500 personas que adeudan una o más cuotas del pago de contribuciones de bienes raíces.

Este impuesto fue creado, con el objeto de contribuir a cubrir los gastos de una ciudad, como la luz pública, construcción de aceras, extracción de basura, aseo, jardines etc., etc.; es decir, una especie de “gastos comunes”, los mismos que se paga en los condominios residenciales.

Como todos los impuestos, comienzan bajos y con el tiempo, escudándose en las más altruistas razones, comienzan a subir, perdiéndose el objetivo original para el cual fueron creados. Por ejemplo, si amplió su casa para que sus hijos tuvieran más comodidad, se acogió a la Ley del Mono, vio un aumento en la tasación de su propiedad, y -por ende- un alza del impuesto, sin que con ello ocasione el más mínimo aumento en los “gastos comunes” antes señalados, razón por lo que realmente se le aplicó un impuesto patrimonial, que supuestamente, no existe en la legislación tributaria chilena.

Adicionalmente cada seis meses aumenta de acuerdo al IPC la tasación de su propiedad, sin considerar que -al menos en el caso de Arica- el valor de los bienes raíces ha disminuido ostensiblemente en los último años, producto de la deteriorada situación económica de la ciudad. He conocido casos de adultos mayores, que afectados por enfermedades de alto costo en su tratamiento, se ven en serias dificultades para cumplir con los pagos de “contribuciones”, pero no se tiene ninguna consideración con ellos. Igual deben pagar. Y si se atrasan, las multas e intereses le agravan su situación. Si se acogen a un convenio de pago, el interés es de un 18 % anual, bastante más alto que el que le cobran los vilipendiados bancos ( la TV nos llena de ofertas de créditos a un 8 ó 9 % anual). Al menos, las personas mayores de 65 años debieran estar exentas de este pago, por cuanto después de una vida de trabajo, de haber pagado muchos impuestos para poder comprar su casa, no pueden disfrutar de la tranquilidad de la cual son acreedores, y para la cual trabajaron toda una vida. Esta es una muestra más de nuestra reconocida hipocresía. Creamos muchas instituciones para “cuidar” a los viejitos, son un tópico predilecto en los discursos electorales, pero otra es la realidad.

El infierno está tapizado de buenas intenciones.

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